jueves, 13 de abril de 2017

La calle de la humildad || La humildad de la calle

Llegué a la universidad sin ganas de escuchar, de conversar, o de anotar. Llegué a la universidad sin saber que iba a toparme con la más fiel muestra de la humildad. 

Perdía el tiempo en la fila del Pumabús, cuando de repente, en la banca estaba una figura amable, haciendo florecitas de metal a contraluz. 

Me acerqué con sigilo para no incomodar; pero poco a poco me comencé a acercar. "Qué lindas te quedan", le dije. Y con asombro asintió sonriendo. Es Brian, no Brayan, y mucho menos EL Brayan, me advierte. 

Brian salió de su casa a los 17, cuando estudiaba en la Vocacional núm. 7; empezó a ser roomie, y a mantenerse por sí mismo. Ahí fue donde conoció a su amigo (cuyo sobrenombre no recuerdo), quien le enseñó a trabajar el metal en las latas, y convertirlo en detalles sin igual.

Desde que terminó el bachillerato se ha dedicado a vender flores y detalles en las calles; ha estado caminando la ciudad, el país. Conoce Puebla, Querétaro, Nayarit, Oaxaca, Sonora, Guerrero, Veracruz, y Aguascalientes; el amor a "sus flores" le ha permitido viajar, comer, vivir, y aprender de la vida.

Se dedica a eso, y a recolectar la comida que "es un desperdicio" en las tiendas de autoservicio, y en los supermecados; "Siempre tiran comida que todavía sabe rico", agrega. ¿Para qué quiere una sola persona tanta comida? Para repartirla con quienes todavía no saben ganarse la vida; con quienes lo que han ganado es no encontrar la salida.

Niños y jóvenes agradecen su solidad; recompensan su acción al no tratarlo con maldad. Los separos lo han resguardado un par de veces; pero su libertad sin monedas de por medio ha sabido ser su mejor carta en el juego.

Vende flores, y vende pasión al quehacer diario; vende flores, y con ello miles de historias emarcadas pedazo a pedazo. Su mochila es la mejor pareja que ha tenido: su cobija, sus artículos de aseo personal, y su necesidad de nunca dejar de andar.

La arrogancia ha tocado a su puerta; la disonancia de que quienes no tienen valores sean los que vienen saliendo hasta de una escuela. Aprovecha el capitalismo propagado en las calles, y a sus creaciones deja las marcas de las latas, como un detalle.

La calle es su compañera, es lo que le ha servido de escalera sin perder el piso. La calle de la humildad le ha brindado algo más que en su hogar; la humildad de la calle es lo que él ha pretendido rescatar. 

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