sábado, 29 de diciembre de 2018

Me doliste.

Y me doliste. Cada maldito segundo desde que bajé del auto.

Me doliste en cada centímetro que tocaste de mi rostro.

Me doliste en cada llamada al celular que no respondiste.

Me doliste en cada mensaje intermitente porque tenías humor.

Me doliste en cada metro de asfalto que caminamos ese día.

Me doliste en cada beso que le diste a mis manos.

Me doliste en cada noche sin verte venir.

Me doliste en cada lugar al que quisimos ir; y fuiste sin mí.

Me doliste en cada mordizco que diste a mis labios.

Me doliste en cada canción que guardamos para oír.

Me doliste en cada recuerdo.

Me doliste todas las veces.

Me doliste en cada intento por volver.

Me doliste aún después de "desaparecer".

viernes, 28 de diciembre de 2018

Que.

Que yo quería intentarte todas las veces.

Que yo pensé que podíamos "funcionar".

Que nunca te busqué, pero te encontró mi alma. 

Que es verdad cuando digo que "Nadie me gusta como tú".

Que soy consciente de nuestros errores, pero quiero que lo hagamos bien. 

Que los defectos serán oportunidades para crecer. 

Que no es romántico, como dijiste, porque podemos hacerlo realidad.

Que te quiero más de lo que dije.

Que no quiero lastimarnos más.

Que te extraño todas las veces. 

Que te escucho en todas las voces. 

Que seamos cómplices de nuestros planes; de los tuyos, de los míos, de los nuestros.

Que nunca vas a estropearme la vida, porque quiero construirla junto a ti.

...

No maldigas lo que sucedió.

No te burles de quien soy. 

No permitas que el pasado se contamine. 

No hagas menos lo que te entregué. 

No reniegues que me quisiste. 

No insistas en abatirme. 

No trates de convencerte de que fuimos un error.

No escondas con cinismo lo que pasó. 

Vete. Si ya eres feliz, déjame atrás. No tomes actitudes que me dañen. Ya no lo hagas más. 

miércoles, 19 de diciembre de 2018

¿Te quedarías?

¿Te quedarías si te lo pido? ¿Permitirías que la sensación de complicidad te inunde de nuevo?

¿Te quedarías si te hiciera sentir que no me importas? ¿Vendrías a mí como aquella vez?

¿Te quedarías si pretendiera olvidarte? ¿Si fingiera echarte de mi vida como tanto querías?

¿Te quedarías si jugara a quererte? ¿Querrías ser cómplice de este crimen?

¿Te quedarías como tanto predicaste? ¿O vas a dejar que el amor tenga que mendigarte?

¿Te quedarías por voluntad? ¿Soportarías tanta intensidad?

¿Te quedarías con las ganas? ¿O vendrás a hacernos realidad?

Esbozo de amor.

Fuimos todo y nada. Tuvimos todo y terminamos en ruinas. Quisimos tanto y nos dimos tan poco.

Fuimos. ¿Qué fuimos? Risas en la noche, murmullos en el coche. Espacios sin llenar, muchas noches sin hablar. Emociones despeinadas, y voluntades desesperadas.

Tuvimos. ¿Qué tuvimos? Ganas de quedarse y correr al mismo tiempo. Tiempo para aprender y para equivocarse. Cariño desmedido y decisiones pendiendo de un hilo.

Quisimos. ¿Qué quisimos? Lo "mejor" para el otro, aunque eso nos rompiera un poco. Darnos todo, menos cuenta. Permanecer en la memoria, aunque eso significara acabar con nuestra historia.

Que nadie diga lo contrario. Que nadie se atreva a incendiar nuestro calvario.

Nada más.

Siempre pensé que la tristeza era motivo para irse. Pero no es tan mecánico como uno cree.

Hace falta más que decirlo para atreverse a hacerlo. Hace falta llegar a tener conciencia de que lo que haces te hace mal.

Hace falta hacerse inmune a las despedidas. Hace falta perderle importancia a lo que tanto quieres, para poder continuar.

Y, ¿cómo hacerlo? ¿Quién enseña a olvidar? ¿Quién aprendió a no aferrarse?.

Cómo hacer que el corazón y el cerebro se vuelvan inmunes ante lo que un día te dio felicidad.

Cómo hacer para parcharse el alma, y aceptar la derrota desde el inicio. Cómo aceptar que debes soltar sin pensar en intentar.

El error es pensar que todavía tiene remedio. Pensar que la voluntad que uno tiene va a regresar las cosas a la "normalidad".

Que sentir siempre es un riesgo. Que quedarse no siempre es letal. Que intentar a veces no resulta. Y que huir no siempre es acobardarse.


lunes, 12 de noviembre de 2018

El beso.

¿Te puedo dar un beso?... Se quedó pasmado mirándome. "Ay, niña... ¿Cómo me pides un beso tú a mí?".

Sentados esperando la comida, fuimos cómplices de la trama. Asintió tiernamente y me devolvió la valentía al alma.

Sus labios pronunciados abrazando los míos mientras nuestras manos se sujetaban firmemente. Qué nervios.

No sabía lo que hacía. Pero sabía bien lo que quería: sus besos en los míos por el mayor tiempo posible.

Me sale natural la coquetería. No necesito practicar, no necesito ser bonita. Qué bien se siente la confianza, la complicidad.

Qué bien se siente tu mano enlazada con la mía al caminar.

Ninguno de los dos sabe bailar. Pero, ¿saben? Creo que es mi lugar favorito para estar.

Qué difícil son los días cuando llegan y no está. Qué bonito fue aquel día, pues lo quise, de verdad.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Aquí

Aquí, aquí se te piensa todos los días. A veces de pronto, y otras muy pronto. Cuando miro a alguien sonreír. Cuando busco un gesto feliz. Cuando no existe nadie junto a mí.

Cuando escucho una canción, o cuando cantando te encuentro entre las letras. Cuando escribo frente al monitor, o cuando la pluma se realiza en mi mala caligrafía.

Cuando pienso en el futuro. Cuando llego a casa después de un día duro.

Aquí, se te extraña todos los días. Algunas veces de forma explícita, y otras cuantas de manera ilícita. Cuando te lleno de mí hasta el hartazgo. Cuando me convenzo de que ya no vernos ha sido un trato.

Cuando cierro los ojos y te pienso conmigo. Cuando en sueños revivo aquello que vivimos. Cuando me preguntan cómo estoy. Cuando quisiera contarte lo bien que me ha ido hoy.

Cuando te veo feliz a lo lejos. Cuando por más que trato no logro ser amiga de los recuerdos.

Aquí, se te quiere aunque no quiera. Aquí se te quiere aunque a veces duela.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

No hay.

No hay historias que contar. 

No hay aventuras por buscar.

No hay letras que escribir. 

Ni palabras para decir. 

No hay abrazos más que dar. 

No hay sollozos que ocultar. 

No hay pruebas por superar. 

Ni recuerdos por olvidar. 

No hay hojas que arrancar. 

Ni heridas para cicatrizar. 

No hay momentos que guardar. 

Ni sentimientos sin final. 

miércoles, 24 de octubre de 2018

Roto.

"No perdí la esperanza, sé perfectamente quién la tiene", leí antes de que se me terminara de romper el corazón.

¿Absurdo? Sí. Así suena esa burda y cotidiana expresión. ¿Realmente se puede romper un corazón?

Uno piensa que no. Hasta que le sucede.

Hasta que sientes ese hueco que apenas te deja respirar. Hasta que lloras y lloras y no logras sanar.

Hasta que cada palabra te hace sangrar. Hasta que cada recuerdo te empieza a quemar.

Hasta que en días y noches no dejas de pensar. Hasta que tu inteligencia se empieza a esfumar.

Hasta que pierdes el tiempo buscando respuestas. Hasta que caes en cuenta que no traes las agallas bien puestas.

Hasta que te condenas a tener culpa. Hasta que notas ridículo aceptar sus disculpas.

Hasta que las canciones te saben podridas. Hasta que las intenciones caducan en heridas.

Hasta que pierdes de vista lo que solías ser. Hasta que dejas tu vida por tratar de volver.

Uno piensa que son tonterías de las historias dramáticas. Uno piensa que nunca le va a pasar.


martes, 23 de octubre de 2018

Reclamo.

No, por favor, otra vez no.

Dijiste que ya no lo harías. Dijiste que te alejarías.

Dijiste que lo dejarías, que ya no lo recordarías.

Dijiste que no llorarías, y que del alma te lo arrancarías.

Dijiste que ya no buscarías, que por fin te resignarías.

Dijiste que más no le escribirías, y que sus fotos ya no mirarías.

Dijiste que no lo stalkearías, y que de pensarle por fin dejarías.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Sí.

"...lo que sucede con los deseos del corazón
es que tu corazón ni siquiera sabe lo que
desea hasta que lo tiene enfrente."

Sí. Porque lo que siento es alegría. 

Sí. Porque lo que quiero es darte compañía. 

Sí. Porque no importa la agonía. 

Sí. Porque no habrá razón por la que huiría.

Sí. Porque no tengo lugar para la cobardía.

Sí. Porque todas las metas junto a ti cumpliría.

Sí. Porque todos tus miedos apaciguaría. 

Sí. Porque sobre tus hombros me abalanzaría.

Sí. Porque ante la neblina tu mano sostendría.

Sí. Porque tantas palabras jamás alcanzarían. 

17

11 A.M. ¿Por qué no has llegado? ¿Es, acaso, que no sabes cuánto te extraño? ¿Y si ya no quieres verme? ¿Me veo linda?

Llamaste. ¡Oh, ahí estás! Qué bien te quedan esos lentes de sol. Qué bien luces con tu camisa tradicional. Qué bonito sonríes cuando me miras. ¿En qué momento te he querido tanto?

Nunca voy a olvidar el aroma en tu auto... Huele a tu presencia. Hoy me recuerda tu ausencia. Pero seguirá, siempre, funcionando como anestesia.

Ya vamos, en camino a recorrer el mundo. Qué bien se siente el viento en la cara, cuando te da con tanta honestidad. Qué bien luce la carretera cuando te diriges hacia la inmensidad.

Nos perdimos... Nunca sentí tanta tranquilidad al no saber en dónde estaba. Nunca pensé disfrutar tanto de un paisaje desconocido... Nunca pensé estar tan feliz avanzando casi sin rumbo.

Muchas vueltas. Casi tantas como las que sentí en mi corazón. Llegamos. Qué rica malteada. Qué dulce tu voz.

Sujetas mi mano como si fuéramos los dos contra todo. Como si quisieras sacarme del lodo. Qué fortuna reír a tu lado. Qué paz mirarte feliz.

Los altos en el semáforo me dejan mirar bien la forma de tus cejas. Lo profundo de tus ojos. Lo sublime de las curvas tus labios.

Qué metódico eres. Qué armónico sientes.

Me gusta escuchar tus historias. Me gusta aprender de ti. Me gusta escuchar lo que sabes, sostener tu mano, y decirte sonriendo que "sí".

Qué inteligente eres. Qué exigentes seres.

"¡Salud!" con agua mineral y maracuyá. Salud por esta vida que tanta alegría me da.

El camino parece largo. Pero no tengo prisa, no importa el retardo.

Te canto sin sentido. Espero te haya parecido divertido. Te abrazo y te miro. ¿En qué momento nos convertimos en todo, todo lo que siempre quisimos?

Dos vueltas torpes. Dos besos nobles.

Seis horas dobles. Un corazón enorme.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Cuantitativo

¿Cuánto cuesta abandonar lo que tanto has querido? ¿Cuánto tiempo debe pasar para olvidar la tristeza que has sentido? ¿Y dónde está la solución que, según dicen, está en mis manos? ¿Quién me robó la realidad en la que creí todo este tiempo? 

¿Cómo se suelta lo que no se tuvo? ¿Cómo se sujeta lo que soltaste? ¿Cómo se olvida lo que te arma? ¿Cómo se olvida lo que no se buscó? ¿Cómo se encuentra lo que ya buscaste? 

¿Qué hay de los besos? ¿En dónde resuenan las risas? ¿Dónde se guardan los gestos? ¿Quién nos robó las caricias?

¿Los sentimientos hacen eco? ¿Las mentiras tienen porqués? ¿La razón existe en el sentimiento?

¿Y qué hay de los planes? ¿Dónde están los días que consideramos normales? ¿Y por qué el amor no fue la cura a todos nuestros males?

¿Y si no fue verdad? ¿Y si sólo me lo inventé? ¿Y si al final fue un intento más por abatir la soledad? ¿Y si la vida no tuvo espacio para un "nosotros"?

¿Y si fuimos conformistas? ¿Y si al final no quisimos lo suficiente? ¿Y si no existimos jamás?

lunes, 27 de agosto de 2018

Día 10.

Presencia adolescente de colores, inconsciencia por tener tantos temores. Injustificada inconsistencia sentimental detrás de preocupaciones mayores.

Fuimos cúmulo de ilusiones desde los albores, sin pensar en que poco a poco éstas se llenarían de sinsabores.


Tuvimos historia, y prometimos ser nada más nosotros dos los actores. Dejamos de lado nuestro sentir, y nos convertimos en vectores.


De un momento a otro perdimos los valores... Nos fuimos quedando ciegos, nos convertimos en tumores.


Lo que menos deseo es llenar nuestra historia de rencores, de falsas expectativas y de decisiones a causa de rumores. 

Pienso en un amor puro, sin favores, pero cada vez lo veo menos cerca, pues hemos cometido muchos errores. 

lunes, 20 de agosto de 2018

Te dije.

Te dije que escribiría de ti un día. Pero ya lo hice más de tres.

Te dije que a alguien le contaría sobre tus manías. Pero la verdad es que yo te memoricé.

Te dije que tenía miedo. Pero eso yo ya lo superé.

Te dije que hablaríamos sin callar nada. Pero hoy no me respondes ninguna llamada.

Te dije que fuéramos "un día a la vez". Pero desde el viernes tú ya ni me lees.

Te dije que confiaras en que todo estaría bien. Pero por temor u orgullo, creo que perdiste la fe.

Te dije que quería todo. Pero ahora parece que estoy sumergida en el lodo.

Te dije que entiendo qué significa. Pero no puedo evitar sentir que ya no me ubicas.

Te dije que vuelvas. Pero después de este tiempo temo que ya no se resuelva.

Te dije cosas sin pensar. Pero hubo pensamientos que todavía no logro pronunciar.

miércoles, 4 de julio de 2018

Seguro.

Once de la noche. Seguro has llegado a casa después de trabajar todo el día. Seguro estás esperando por escuchar mi voz, tanto como yo la tuya. Seguro tuviste un mal día, pero no vamos a hablar de eso... "No es importante", dirás.

Escucho el sonido del motor de tu auto entrar por la calle con el pavimento gastado. Abro la cortina y veo desde la ventana el resplandor de los faros amarillos que se abren paso entre el asfalto.

Apenas puedo pensar en todo lo que vamos a decirnos. En todo lo que ya nos dijimos ayer. Parece que ha pasado tanto tiempo, y apenas hace un rato dejaste un mensaje: "No tardo, espérame".

Seguro tendrás hambre. Seguro lo primero que querrás será comer. Seguro dejarás tu chaqueta de cuero color café con marrón sobre el respaldo del sillón. Y guardarás en la nevera el obsequio que me has traído: algo de chocolate, como siempre.

Seguramente abriré la puerta de la casa para salir a las escaleras y esperarte. Esperar tu llamada. Esperar tu voz.

Me encantaría ser yo la que mira cómo entras cansado, pero sonríes. Me gustaría sentir tu voz en el ambiente. Me gustaría contemplar tu presencia a la media noche.

Me gustaría tenerte para discutir sobre lo absurda que es la vida. Me gustaría mirarte y desearte "Buenas noches"... Me gustaría esperarte más allá de la bocina de este teléfono.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Realidad de película.

Corrimos con fuerza. Creo. No había cansancio, ni frío. El miedo a morir en manos de unos delincuentes fue el despavilo de aquella mañana.

Llegamos a una avenida llena de autos y pánico matutino. No sabíamos si voltear, no sabíamos si irnos. No sabíamos si era verdad. El episodio de gritos y golpes fue tan eterno y tan fugaz a la vez... ¿Qué cambió esa mañana? ¿Por qué?

Buscábamos un taxi, sólo queríamos huir. De pronto al fondo de la calle se escuchó el derrapar de unas llantas... Ensordecedor... Incierto. Volteamos casi por instinto, sin medir las consecuencias. No había nadie. No estaba en vehículo del que nos bajaron... No estaba la vida que teníamos antes de ese día.

Las lesiones emocionales eran tan graves como las físicas. Llegamos a una clínica para que atendieran las heridas de las otras... Para pedir ayuda. Para buscar refugio. En un momento todos los desconocidos éramos ya casi una familia. Viajamos juntos, sufrimos juntos, denunciamos juntos.

Muchas preguntas. Muchos temores. Nada de respuestas, nada de señales sobre la familia que fue arrebatada de nosotros. Nada sobre los rostros que la violencia tomó esa mañana. Nada sobre la realidad que sólo concebíamos en las películas.

martes, 8 de mayo de 2018

Amor en borrador

Nos escribimos en sucio. Dejamos que los errores se acumularan y nos hicieran quedar mal. Dejamos las correcciones para el final, dejamos que cada tropiezo al redactar fuera letal.

Nos escribimos con mala caligrafía. Descuidamos la forma y perdimos el fondo. Nos quisimos al azar, nos quisimos aún cuando sabíamos que nos podíamos lastimar.

Nos escribimos en una hoja suelta. Nos deshicimos de todo lo que nos mantenía unidos. Dejamos que las cosas fluyeran sin siquiera detenernos a mirar hacía dónde íbamos.

Nos escribimos como cuartilla incompleta. Cada uno en su renglón, de pronto, sin compartir ninguna intención.

Nos escribimos con tinta indeleble. Nos marcamos el corazón y los besos. Nos volvimos parte del otro cada vez más.

Nos escribimos sin ortografía. Nos atendimos entre la prisa y las ganas, entre el deseo y el miedo a ser. Nos equivocamos, y no supimos retroceder.

Nos escribimos a media tinta. Quisimos tanto y dimos tan poco. Ambicionamos más del otro, y encontramos nuestra voluntad extinta.






jueves, 26 de abril de 2018

La complejidad de la calle / La calle de la complejidad



No hay espacio suficiente para pasar. Entrando a Ciudad Universitaria, un hombre en el suelo, recargado sobre su mochila “de campamento” –por su enorme tamaño– entorpece el paso para abordar el Pumabús. Tiene los dedos lacerados y, entre las piernas, un montón de latas vacías. “Mira qué basurero”, dice algún indignado que intenta pasar por ahí, sin conseguirlo.

Lo que algunos llaman “basura” ha sido su materia prima en los últimos ocho años. Brian es un joven –aunque no lo parezca– que vive en la calle desde los 17, cuando dejó su casa "casi cuando iba a terminar la vocacional" en el CECyT No.7 del Instituto Politécnico Nacional. Desde entonces, su mochila es la relación más estable que ha tenido: lo acompaña con una cobija, artículos de aseo personal, una botella con agua, noventa pesos y su necesidad de no dejar de andar.

En un compendio publicado por Ednica, organización no gubernamental encargada de trabajar con comunidades en situación de calle, se define a los menores y jóvenes en situación de calle como “todo aquel individuo entre 0 y 29 años de edad que suele ser expulsado o que abandona su hogar (...) por las condiciones de vulnerabilidad en las que se desenvuelve”, esto es por situaciones de maltrato, violencia o abandono.

Tal es el caso de Brian, un estudiante de la vocacional que prefirió distanciarse de su núcleo familiar tras presenciar, sin remedio, episodios de violencia asociados a la llegada de la nueva pareja de su madre.

Ahora forma parte de un grupo social, como el de sus amigos de secundaria, con quienes comparte una “cultura callejera”: esa realidad compleja que describe las condiciones que llevan a los jóvenes a apropiarse de un espacio público, así como las prácticas, hábitos y discursos que comparten y que les permiten construir su propia realidad en la calle.

De cabello negro crespo y rizado, tez morena y un rostro de ímpetu deteriorado a ratos por la calle, Brian, como otros jóvenes en su situación, ha vivido un proceso prematuro de desocialización, y envejecimiento causado por las condiciones de vida en calle, tal como lo señala Alí Ruiz Coronel, doctora en antropología e investigadora de grupos de niños y jóvenes en situación de calle en el Centro de Ciencias de la Complejidad, a través del concepto “fragilidad”.

La fragilidad es el deterioro en la salud a causa del envejecimiento. En el contexto de situación de calle, significa que los jóvenes envejecen prematuramente por las condiciones en que viven. 

Brian trabaja en la calle. Ocupa lo que fueron contenedores metálicos de refresco, y algunos otros de una espumosa bebida color ámbar, para que sus manos los transformen en “adornos florales” de diferentes colores. Gracias a cortes en tiras y dobleces, da forma a flores que sobresalen de la base cilíndrica de las latas, como si fueran floreros; todo de metal, en diferentes estilos y tamaños. Aprendió a trabajar las latas gracias a su amigo “N” que conoció en la calle, "afuera de un Seven", dice.

Desde que terminó el bachillerato se ha ocupado en vender flores de metal en las calles y también en viajar por varios estados de la República. Ha sido huésped en las calles de Puebla, Querétaro, Nayarit, Oaxaca, Sonora, Guerrero, Veracruz, y Aguascalientes. El amor "a sus flores" le ha permitido viajar, comer, vivir. No obstante, su condición nómada le ha cobrado factura: constantes dolores en la espina dorsal, y una tos que a veces no lo deja ni dormir, comenta. 

También se dedica a recolectar la comida que "es un desperdicio" en las tiendas de autoservicio, y en los supermecados: "siempre tiran comida que todavía saber rico... ando afuera de los Seven también, ahí siempre dejan algo qué comer", agrega. Colecta la mayor cantidad de comida que encuentre en lo que llaman “desperdicio”, y luego la reparte con quienes "todavía no saben ganarse la vida": los niños pequeños que apenas comienzan a vivir solos en la calle.

A pesar de que algunos especialistas aseguran que las condiciones de vida en calle afectan la salud física y mental de los jóvenes, Brian aún goza de buena salud mental, pues “es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar en forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, tal como lo señala la doctora en psicología Susana castaños Cervantes.

Brian niega haberse dedicado a robar. Aprovecha "el capitalismo propagado en las calles", y a algunas de sus creaciones les deja rastros de los nombres de las bebidas para que la gente asocie las marcas que llevaban como logo y puedan animarse más a elegir alguna de sus figuras. Y funciona, dice. El trabajo de Brian es considerado por algunos investigadores en el tema como una forma de ejercer un comportamiento autónomo a través de la satisfacción de sus necesidades.

Más de una vez han tratado de llevarlo "a los separos", dice: "siempre que uno viva en la calle, va a ser tratado como delincuente, aunque no lo sea", explica mientras enrolla en un papel cualquiera algunos gramos de mariguana que compró el día de ayer. Esto habla de otra de las características de la “cultura callejera”, donde la gente tiende a “estigmatizarlos con miedo o lástima”, generalmente, en función de su apariencia y su comportamiento.

Los jóvenes en situación de calle como Brian, muchas veces, son invisibilizados por la sociedad a pesar de formar parte de la cotidianidad en la Ciudad de México.

No hay espacio suficiente para pasar. Entrando a Ciudad Universitaria, Brian, sentado en el suelo, entorpece el paso para abordar el Pumabús.